domingo, 28 de junio de 2015

Efecto mar y prosa.

Foto por Andrea González Güemes

A la pequeña variación
que tiene todas las llaves
por definición.

Aleteas y no cambia nada al otro lado del mundo,
pero joder, qué bonito se vuelve este.
De estómagos a parabrisas
conoces los riesgos de volar en libertad,
pero quién se resiste al caos. 
Cuando te tapiaron la única salida,
el techo cada vez estaba más cerca.
Lo llamaron claustrofobia, pero era crecimiento.
Personal e intransferible.
Las llaves son actitudes.
Hablan de la sensibilidad 
a pequeñas variaciones en las condiciones iniciales,
pero nadie menciona la opción de abrirte por reformas.
Y qué sensación, 
que al otro lado sepas a quién quieres ver.
Y quién quieres ser.


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