domingo, 13 de octubre de 2013

"Esta chica ya tiene la vida solucionada."


Como si vivir fuera ir resolviendo un problema.
Resulta que ahora mismo me preocupa más leerte en braille
y desencriptar el mensaje en morse que me dejan tus lunares
que la paz mundial.
Y no me siento mal por ello.
Es que, como dijo una vez un chico enamorado: 
"Si pudieran filtrar todo este amor,
se acabarían las guerras."
El caso es que si tengo que solucionarme la vida
espero no dejar ningún decimal vivo de esa variable
que marca el cuentakilómetros.
Y en cuanto a ti, no podría decir que te voy a resolver.
Ahora que te he hallado solo pienso en ese cielo
al que me muero por llevarte,
y como él, DESPEJARTE,
porque tengo muy presente que
la X siempre marca el tesoro.

domingo, 15 de septiembre de 2013

A relaxing cup of sinceridad.

Foto por Lucía Lainz

Si has llegado hasta aquí debería contártelo todo. 
Decirte que lo malo de mi hermetismo es que en el vacío no se puede respirar. 
Avisarte de que suelo gritar las mentiras para no escucharme pensar que la verdad es una cornisa sin barandilla. 
Contarte que tarde o temprano seré ingeniera y aún no he decidido si prefiero que el mundo sea más fácil o más bonito.
Por eso escribo poesía. 
Que aprendí a hacer nudos de corbata de la persona que más admiro en el mundo y que se fue antes de que pudiera llegar a su cuello. 
Que cuando tenía 3 años me sabía mi cuento preferido de memoria y se lo recitaba cada noche.
Que hace ya 10 años que aprendí por qué los abuelos deberían ser eternos.
Debería contarte que, más de una vez, por querer ir a favor, he acabado en mi contra. 
Que nunca he montado en avión, ni en un descapotable. 
Que siempre leo la última palabra antes de empezar un libro y que me quedo hasta que no da para más.
Decirte que me encanta la justicia poética y aún así, puedo ser increíblemente desagradable. 
Pero que me encantaría que me aguantaras y me acariciaras el pelo cuando me ponga dramática y tenga ganas de escuchar a Nacho Vegas. 
Que soy fan de ti.
Que haces que me tiemblen las piernas, pero hoy me siento valiente y capaz de decirte que me quedo, que quiero esto.

jueves, 18 de julio de 2013

Microcuento.

Foto por Andrea González Güemes

Has vuelto a fumar y te preguntas si alguna vez lo dejaste o solo estaba cerrado el estanco.
Y no tiene nada que ver con que tuvieras otro vicio que sabía andar. 
Y cómo andaba. 
Y cómo anduvo aquel día hasta el autobús. 
Desde entonces sospecho que tus canciones empiezan siempre en mi menor.
En tú menor. 
Y suenan como un adiós suspirado y sin portazo. 
Ahora que la puerta está cerrada vas a tener algún problema cuando vuelvas a casa borracho. 
Siempre apostando la conciencia y perdiendo la consciencia.
Y las llaves. 
Con lo fácil que era dejar tu corazón entre sus piernas. 
Y tu índice. 
Y tu anular.

miércoles, 10 de abril de 2013

A ver si va a resultar que con gafas se ve todo mejor.

Foto por Lucía Laínz

Y más bonito.
Es que creo que me gusta el mundo que me ofreces
y no quiero culparte a ti.
Aunque, puestos a resistir,  
dime qué tipo de magia tienes en la sonrisa
que no encuentro aleación que no derritas
y al final vas a llegar a órganos vitales.
¿Eres tú, o mi temperatura de ebullición 
compitiendo con el invierno de esta ciudad?
 Me evaporo, 
que no es más que otra manera que tienes 
de hacerme volar.

domingo, 6 de enero de 2013

Qué más da si vas o vienes, si el mundo es redondo.

Foto por Andrea González Güemes

 
No importa cuántos océanos vacíes,
las olas siempre rompen en la misma orilla.
Lo mismo da una que un millón de agujas
 perdidas en este pajar,
solo la de la rueca te deja dormir en paz.