jueves, 18 de julio de 2013

Microcuento.

Foto por Andrea González Güemes

Has vuelto a fumar y te preguntas si alguna vez lo dejaste o solo estaba cerrado el estanco.
Y no tiene nada que ver con que tuvieras otro vicio que sabía andar. 
Y cómo andaba. 
Y cómo anduvo aquel día hasta el autobús. 
Desde entonces sospecho que tus canciones empiezan siempre en mi menor.
En tú menor. 
Y suenan como un adiós suspirado y sin portazo. 
Ahora que la puerta está cerrada vas a tener algún problema cuando vuelvas a casa borracho. 
Siempre apostando la conciencia y perdiendo la consciencia.
Y las llaves. 
Con lo fácil que era dejar tu corazón entre sus piernas. 
Y tu índice. 
Y tu anular.