Foto por Andrea González Güemes |
Has vuelto a fumar y te preguntas si alguna vez lo dejaste o solo estaba cerrado el estanco.
Y no tiene nada que ver con que tuvieras otro vicio que sabía andar.
Y cómo andaba.
Y cómo anduvo aquel día hasta el autobús.
Desde entonces sospecho que tus canciones empiezan siempre en mi menor.
En tú menor.
Y suenan como un adiós suspirado y sin portazo.
Ahora que la puerta está cerrada vas a tener algún problema cuando vuelvas a casa borracho.
Siempre apostando la conciencia y perdiendo la consciencia.
Y las llaves.
Con lo fácil que era dejar tu corazón entre sus piernas.
Y tu índice.
Y tu anular.